miércoles, 6 de marzo de 2013

Angelus novus. Analogía




Dibujo a tinta y acuarela sobre papel, pintado en 1920 por el pintor suizo Paul Klee y adquirido posteriormente
por el filósofo judeo-alemán Walter Benjamín.

El título de la obra, Angelus Novus ('ángel nuevo' en latín),
remite a una leyenda judía originaria del Talmud.
Este motivo sirvió de inspiración a Benjamín para su famosa teoría del «Ángel de la historia»,
una visión pesimista del devenir histórico como un ciclo incesante de desesperación.

                 Hay un cuadro de Klee que se llama Angelus Novus. En él se muestra a un ángel que parece a punto de
alejarse de algo que le tiene paralizado. Sus ojos miran fijamente, tiene la boca abierta y las alas extendidas;
así es como uno se imagina al Ángel de la Historia. Su rostro está vuelto hacia el pasado. Donde nosotros
 percibimos una cadena de acontecimientos, él ve una catástrofe única que amontona ruina sobre ruina
y la arroja a sus pies. Bien quisiera él detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo despedazado,
pero desde el Paraíso sopla un huracán que se enreda en sus alas, y que es tan fuerte que el ángel
ya no puede cerrarlas. Este huracán le empuja irreteniblemente hacia el futuro, al cual da la espalda,
mientras los escombros se elevan ante él hasta el cielo. Ese huracán es lo que nosotros llamamos progreso.

—TESIS IX







La reflexión sobre la historia constituye un hilo conductor del pensamiento de Benjamin, quien alzó una crítica radical contra la « razón histórica » y sus axiomas (las ideas de continuidad, de causalidad y de progreso). Al analizar la figura del Angelus Novus que el autor alemán expuso en sus Tesis sobre la filosofía de la historia,  Susan Back-Morss ha observado que « una construcción de la historia que mira hacia atrás más que hacia delante, hacia la destrucción de la naturaleza material tal como ésta realmente ocurrió, proporciona un contraste dialéctico  al mito futurista del progreso histórico (que sólo puede afirmarse a través del olvido de lo que ha ocurrido) ».
La alegoría benjaminiana del «Ángel de la historia», que mira hacia el pasado descubriendo la barbarie allí donde la historia se percibe como un continuo, supuso una crítica a los ideales quiméricos que alentaban el pensamiento de buena parte de la izquierda. En el relato, el ángel sobrevuela horrorizado las cenizas que arroja el pasado, al tiempo que no puede escapar del futuro, arrastrado por la vorágine del progreso; desde su atalaya, la noción de historia se entrelaza con las de memoria e identidad, en un instante en el que pasado, presente y futuro convergen.




Benjamin buscaba una teoría de la historia que permitiese analizar el fenómeno del fascismo y las causas que precipitaron la debacle de la izquierda europea en el período de entre guerras. Sus ideas al respecto influyeron notablemente en el pensamiento posterior de algunos filósofos de la Escuela de Frakfurt, como Adorno y  Horkheimer .
Pese al tono apocalíptico que impregna el «Ángel de la historia» descrito por Benjamin, existen también lecturas optimistas en torno al mismo. El filósofo Habermas, por ejemplo, sostiene que el ángel representa la posibilidad de redención o de transformación, al ser su mirada hacia el pasado una retrospectiva que se enfrenta al daño causado. Por su parte, el académico israelí Galili Shahar afirma —retomando la idea cabalística de daño y reparación (shever vetikkun)— que el concepto de historia de Benjamin envuelve «una débil fuerza mesiánica, una fuerza menor, que se ha comprometido a corregir males». En su libro Los restos de la revelación, el mismo autor añade: «Lo que fue derrotado, y olvidado, y reprimido, y borrado de las páginas de la historia, aún sigue en espera de ser revelado, y por ende, transformado. La redención implica la transformación del pasado».

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